31-7-2008

La mañana amaneció muy distinta a todas. Hacía calor y el sol iba a salir.

Me fui a dar un paseo por la playa a hacer fotos… y quizá, con suerte, encontrara alguna tortuga rezagada…

Hay unos cangrejos, casi transparentes, que se mueven a una velocidad increíble y que hacen agujeros en la arena…

Sin duda, lo que más llama la atención son “los rastros” de las tortugas.

Son unas marcas en la arena, parecidas a las huellas de un vehículo grande, que llegan a un agujero excavado en la arena.

Normalmente es un único rastro, ya que la tortuga vuelve por donde ha entrado, pero a veces hay dos.

El por qué la tortuga verde viene a anidar masivamente a la zona de Tortuguero es un misterio. al principio se creía que el monte Tortuguero servía de guía… Actualmente se piensa que es el contenido de materiales de la arena volcánica de la playa.

Se empezaron a estudiar las tortugas hace tan sólo unos cincuenta años, con lo que es pronto para saber muchas cosas sobre ellas.

Desde 1975, Tortuguero y su entorno, se declararon Parque Nacional y la tortuga y el desove están muy vigilados y protegidos.

Fotos muchas. Tortugas, ninguna.

Para llegar a Tortuguero, las dos únicas formas son por los canales en lancha, o en avioneta… La compañía Nature Air opera estas líneas…

El aeródromo está muy cerca de nuestro Lodge, la verdad…

Aunque ahora no lo sabía… Pronto íbamos a conocer más acerca de Nature Air y los vuelos de estas avionetas…

De vuelta al Lodge, pagué la cuenta de la estancia y a desayunar.

A las nueve cargamos una lancha con todo el equipaje y emprendimos la vuelta por los canales que habíamos recorrido dos días antes…

Ahora, en vez de lluvia torrencial, teníamos un sol de justicia.

No habíamos visto serpientes… casi mejor…

Pero tampoco habíamos visto perezosos… que habitan bastantes en esa zona, así que hicimos unas cuantas fotos otros “perezosos”:

Pudimos ver las salidas al Mar Caribe, en la desembocadura del Río Parismina.

Y cuando ya pensábamos que había terminado el paseo… y que íbamos a cambiar la biodiversidad de Tortuguero por la geología en esencia de Arenal… ¡Un perezoso! ¡Y de verdad!

Y la llegada al puerto…

Parecía otro con esta luz.

Aunque conservaba el aire de puerto fronterizo de la Guerra de las Galaxias… ¡Sólo faltaba el Halcón Milenario!

Nos montamos en el bus y seguimos desandando el camino… Las plantaciones de bananos… Con su carretera de no más de 25 kilómetros/hora… Y hasta llegar al primer punto de separación.

Parte del grupo no iba a Arenal, como nosotros, y se quedaban allí. Su autobús ya estaba esperando: sincronizción perfecta.

Nosotros seguimos hasta el restaurante donde habíamos desayunado camino de Tortuguero y allí nos cambiamos de autobús. Sólo seis de los que habíamos estado en Tortuguero seguíamos viaje juntos.

Olga y Nacho, Juan y Mayte y nosotros. Cambiamos un excepcional Rolando por un Eric que lo intentaba y conocimos otras parejas que nos acompañarían en distintos momentos… Como Javi y Soraya y Toni y Vanesa.

En el viaje a Arenal pudimos comprobar, más de cerca, la manera de conducir en Costa Rica: ¡al límite!

Yo creo que es que en España estamos cada vez más concienciados… y que quizá, hace veinte años no nos habría extrañado tanto…

Pero ahora, estos adelantamientos aunque vengan coches, camiones o autobuses en sentido contrario, nos parecen temerarios.

Igualmente, al ver calzadas estrechas, sin arcén, y coincidir en varios momentos peatones, bicis, motos, coches, buses, caminoes… todo junto…

Nosotros llegamos bien, aunque el autobús de Paquita y Pere, que también iban a Arenal al mismo hotel que nosotros (no sé por qué no fuimos juntos), llegó dos horas y pico más tarde porque les pilló un accidente.

Al llegar al pueblo de La Fortuna, donde está el volcán Arenal, hicimos una parada en el counter de Gray Line porque había gente que no tenía contratadas excursiones. Otros, como Nacho y Olga, querían contratar más: unas tirolinas.

¿Lo malo? Que no se veía el volcán… ¡Estaba cubierto de nubes!

Fuimos al hotel. El Manoa. Muy bonito. Las habitaciones eran casitas más modernas que las de Tortuguero y tenían un porche y unos ventanales enormes que miraban hacia donde debía estar el volcán.

Carmina descansó un rato y yo me quedé en el porche viendo las fotos mientras hacíamos tiempo para la cena. Habíamos quedado a las 19:45 con Nacho y Olga, que estaban en una cabaña cerca de la nuestra, para ir a cenar a un restaurante en La Fortuna que les había aconsejado Eric. También habían quedado con Toni y Vanesa.

Rufino. Así se llamaba el restaurante. Comimos muy bien, con primeros, carne un montón, postres, vino y agua a muy buen precio… Lo mejor la compañía y la conversación…

Cada uno venía de su padre y de su madre… Muy distintos a priori, pero siempre encontrábamos puntos en común. Muy interesante y muy divertido.

El día siguiente prometía ser duro, así que nos retiramos tras la cena. Toni y Vanesa se fueron en un taxi y nosotros, con Nacho y Olga, en otro… ¡El del taxista catalán!

Pero eso es otra historia…