Primera visita a mi olivo de Apadrina un Olivo, parte II
En un artículo anterior os hablaba sobre el proyecto de apadrinaunolivo.org, puedes leerlo aquí.
La visita al olivo y conocer de primera mano a todo el equipo que forma y hace posible Apadrina un Olivo era una idea que tenía en la cabeza desde el principio. Porque sí, recibes fotos del olivo que has apadrinado, vas viendo cómo va… pero conocerlo y tocarlo es diferente.
Al olivo lo puedes ir a visitar cuando quieras, pero una vez al mes hay visitas organizadas de padrinos, que es mucho mejor porque el equipo de Apadrina un Olivo se vuelca en estas visitas con un programa muy completo que permite conocer el proyecto, la zona, el pueblo, los campos… y por supuesto, tu olivo.

El viernes por la tarde llegamos a Oliete sobre las 19:30 y quedamos con Jaime en la almazara. Nos alojábamos en la casa del padrino, una de las casas restauradas por Apadrina un Olivo para recibir a los padrinos. Aparte de esta casa, Apadrina un Olivo gestiona alojamientos en casas rurales de Oliete.

La casa del padrino pertenece a los edificios que están en el embalse de Cueva Foradada, pertenecientes a la Confederación Hidrográfica del Ebro. Entre esas paredes se alojaban los trabajadores que construyeron el embalse, pero claro, no tienen nada que ver. Están muy bien equipadas con dos habitaciones, un cuarto de baño y una cocina y un salón bien amplios.

Tras instalarnos y descansar un poco, quedamos de nuevo con Jaime que nos llevó a El rincón del Olivo, un espacio gastronómico que se ha abierto recientemente, por parte también de Apadrina un Olivo, tras cerrarse una tienda que había en Oliete. Para evitar que el pueblo sólo tuviera dos bares, se ha abierto en la misma plaza un local tipo gastro-bar, donde puedes desayunar, tomar algo, picar… e incluso cenar a base de unas bandejas de productos de Mi Olivo y de la zona.
Este bar lo lleva Esteban, un venezolano que ha venido con sus dos hijos a instalarse en Oliete. Aquí se encontró con Jaime, que también es venezolano y forma parte del equipo fijo de Apadrina un Olivo que vive en Oliete todo el año.
Una buena ocasión para conocer y poner cara a todos… A Sira Planas y Alberto Alfonso, ideólogos y cofundadores de la empresa social Apadrina un Olivo; Ricki, nacido en Oliete y que acaba de regresar de República Dominicana con su niña pequeña (un gran ejemplo del lema “Querer volver”); Sif, una antropóloga danesa que está preparando un trabajo de antropología social mientras es voluntaria en el proyecto; Marta, de comunicación de Apadrina un Olivo y, por supuesto, hablar tranquilamente con Jaime y conocer su historia, cómo llegó de la parte andina de Venezuela a Oliete, buscando proyectos para acabar su doctorado y ha acabado haciendo de todo aquí: fotos a todos los olivos, guía de los padrinos y, especialmente, trabajando junto con Carlos Blanco en la almazara y consiguiendo el fantástico aceite que disfrutamos.
Aunque lo estamos pasando muy bien, nos retiramos a una hora decente para descansar y tener fuerzas para la mañana siguiente.

Habiendo descansado muy bien en la casa del padrino, a las 9:00 nos encontramos de nuevo para desayunar en El rincón del olivo, el bar de Esteban.

Zumos, café, pan tostado con nuestro aceite, tomate, paté de olivas, longaniza, queso… y repostería casera variada.

Durante el desayuno, Sira y Alberto nos ponen en antecedentes y nos cuentan cómo surgió el proyecto. Les preguntamos cosas, comentamos… una charla muy agradable en la que nos damos cuenta de la importancia de apadrinar nuestros olivos… y cuantos más mejor. Porque el simple hecho de apadrinar un olivo, además de darte dos litros de aceite exquisito, te da la satisfacción de pertenecer a una familia, de ayudar a lograr algo maravilloso y a hacer posible un cambio y un futuro mejor.

Tras el desayuno, Sira y Jaime nos van contando cosas de Oliete, de su historia, de sus establecimientos, de sus gentes… mientras vamos camino de los campos de olivos.

En plena ola de calor, la visita tenía que ser un poco diferente. Había que adaptar el orden de las cosas para evitar estar al rayo del sol en las horas centrales del día.
Así que lo primero que hicimos fue ir a visitar a nuestros olivos. Mi primer olivo -nacho.tv- apadrinado en noviembre de 2019, me esperaba.

Fue un momento muy emocionante conocer a nacho.tv, el olivo que tanto he esperado desvirtualizar.
Cuando lo apadriné estaba así:

Gracias al trabajo de estos años, se le ha quitado todos los chitos que le quitaban recursos, se le ha podado todo lo necesario para dejarlo en plena forma y que siga produciendo olivas como el primer día.

Yo le vi muy bien, con un tronco muy fuerte y sano, y con mucha vitalidad. Fue un gusto sentarme a su sombra…

Esto es estar a la sombra de mi olivo:

Después de visitar a nacho.tv, mi primer olivo, partimos en busca de Hablamos de esquí, mi segundo olivo.
Así como el primero está en un borde de la carretera que llega a Oliete, muy accesible, el segundo está en un campo bastante retirado. Hay que hacer un buen recorrido por caminos de tierra y pasar junto a muchos otros campos.

Mi segundo olivo lo apadriné en diciembre de 2021. Formaba parte de un reto por el que si se conseguían un número de apadrinamientos, se ofertaría un puesto de trabajo más. Así que me lancé.
Así estaba Hablamos de esquí en cuando lo apadriné:
Y conocerlo en persona también fue muy emocionante. ¡Había cambiado mucho!

En la primera foto se ve que el tronco no va a recibir nada de luz, ni aire… dentro de esas ramas es un sitio ideal para que se formen plagas… una vez podado, una vez dejadas las ramas necesarias y en buen estado, el olivo ya está preparado para la vida.
Fijaos en el pequeño tronco que sale a su lado… ¡en realidad es una rama! Que como estaba en buen estado se la han dejado.

Este segundo olivo, como lo adopté en diciembre del año pasado, bastante tuvo con el estrés de la poda y no se le recogió las olivas… ¡y tenía todavía alguna seca en las ramas! Pude probarlas y estaban muy gustosas.

Junto a ellas, ya empiezan a aparecer alguna futura oliva. Esperemos que estos calores no sequen las flores y no se estropee la cosecha.

Tras haber visitado mis dos olivos fuimos de vuelta a reunirnos con el resto de padrinos en el poblado íbero El Palomar, con unas vistas de Oliete privilegiadas.
Recorrimos la calle mayor de este poblado, de aproximadamente el siglo III a.C.

Jaime nos explicó cómo vivían los íberos, cómo se distribuía el poblado, qué tipo de viviendas y almacenes había… y aprendimos mucho de los primeros pobladores de la zona de Oliete.

Ya de vuelta al pueblo, pasamos por el campo donde empezó todo. El primer campo de olivos con el que empezó a trabajar Apadrina un Olivo.

Tras este paseo por el campo y como el calor apretaba, nos dirigimos a tomar algo en el Bar Las Piscinas… y luego al Centro de Interpretación de la Cultura Íbera, situado en el edificio de la escuela. Allí Jaime nos contó muchas más cosas de los íberos de Oliete, así como del espectacular asentamiento fortificado de San Pedro de los Griegos… pudimos ver réplicas de todo lo encontrado en las excavaciones… ¡Muy muy interesante!
¡Y todavía, antes de comer, quedaba la cata de aceite!
Fuimos a la almazara donde pudimos realizar una cata del aceite de mi olivo… de la variedad de empeltre. Allí nos explicaron cómo hacer una cata de aceite, en qué fijarnos y hablamos de las propiedades y de todo el trabajo que hay que realizar para conseguir un aceite de oliva virgen extra de tan alta calidad como para ser premiada dos veces con el primer puesto de los aceites del bajo Aragón.
Todo ha sido posible por tener molino propio, almazara propia… y por la concienciación de todos los implicados en el uso de buenas prácticas, sin químicos, respetando los tiempos de recogida y molienda… ¡Prueba superada!

Tras la comida en el Bar Las Piscinas, con un menú local, un tiempo de descanso para dejar bajar un poco el sol y quedamos a las seis y media para ir al embalse Cueva Foradada.

272 escalones separan la parte de abajo de la de arriba. Cuando llegas, la vista es grandiosa.

Recorrimos un poco la zona de alrededor del embalse… y en un día tan caluroso la tentación era muy fuerte.

Tras refrescarnos un poco, emprendimos el regreso y nos fuimos a visitar la Sima de San Pedro, a pocos kilómetros de Oliete.

La Sima de San Pedro es realmente impresionante. Un agujero enorme, de unos cien metros de diámetro y cien de profundidad, único en Europa, que constituye un ecosistema singular y un auténtico paraíso para la observación de aves.

Y tras esta visita, vuelta a Oliete, descanso y refrescarnos de nuevo… que tocaba cena en la ermita de la Virgen del Cantal.

Una cena campera, con ensaladas, embutidos, aceitunas, conservas, pan del pueblo (también el raspao tradicional), unas tortillas de alcachofas y de patatas, hechas con los mejores ingredientes por los padres de Alberto… unas piezas de pollo de otro de los restaurantes del pueblo, y sobre todo la mejor compañía posible: todo el equipo de Apadrina un Olivo, los padrinos y la calma de Oliete.

Muchas gracias a todos por este fin de semana, ánimo para seguir con el proyecto, para encarar los nuevos retos… y sin duda nos volveremos a ver.
Querer volver.