Mis primeras clases de paddle surf en Gandía
Aprovechando que estaba una semana de vacaciones en Gandía, contacté con la escuela de surf de allí, que organizan un montón de actividades y cursos, además de campamentos para los niños.
Como siempre que quiero empezar en un deporte, lo primero que hago es contratar clases: eso es una máxima para mí. Además, al mar le tengo cierto respeto, así que con motivo doble.
La escuela ofrece cursos para adultos de paddle surf y de otros muchos deportes, la comunicación es vía whatsapp y funciona muy bien. El curso son tres días de clases, de hora y media cada día, incluye todo el material duro y cuesta 75 euros.
La tarde antes de empezar me acerqué a preguntar y a conocerlos en persona, ya que como había bandera roja el mar estaba muy revuelto y con muchas olas…
Allí hablé con el que, además, resultó ser mi monitor -Ramón- y me dijo que si las condiciones no eran buenas podíamos hacer otra cosa, como surf…
Bueno, yo ya estaba mentalizado, así que lo que fuera, lo haría!!
La mañana siguiente el mar tenía bastantes olas, había viento lateral (de sur)… pero pasada la zona de rompiente de las olas, se podía intentar hacer algo de paddle surf. ¡Lo intenté!
Esa primera clase fue épica… Ramón me explicó la teoría en la arena, luego llegó otra mujer y así pude volver a escucharla… ¡y para adentro!
Él nos iba a ayudar a entrar, de uno en uno, para que consiguiéramos ir más allá de la zona donde rompían las olas, que allí el mar estaba un poco más en calma…
Pero fue la leche… las olas venían fuertes… él me dijo, “sube, ponte de rodillas y rema fuerte”… ¡eso hice y a la primera ola: revolcón. jajaja
Segundo intento, remar sin parar… y sí… llegó un punto en el que había olas, pero ya no rompían ni eran tan grandes.
Mi compañera abandonó al poco… su entrada fue también complicada, pero además había muchas medusas y se estaba agobiando.
Ramón nos preguntaba si nos mareábamos… y no mucho, pero un poquito sí. Además del esfuerzo… porque el viento lateral hacía que hubiera que remar mucho hacia el sur, remontar, porque el viento te llevaba de nuevo de vuelta.
Agotador… intenté ponerme de pie varias veces, pero con poco éxito. Las primeras veces es complicado hasta que te haces con el equilibrio… pero además las olas y el viento lo no ponían fácil.
La tabla que usaba era de las hinchables y bien porque cuando te caes te golpeas en más blando… y son muy anchas.
Lo más que conseguí ese día fue remar como un loco, destrozarme las rodillas… y aguantar de pie con tres puntos de apoyo más de dos minutos… remar no.
El segundo día, con muchas agujetas, la cosa pintaba mucho mejor. Mar más en calma… ¡y de algo me tenía que haber servido el esfuerzo del día anterior!
Lo que notaba complicado es que, a diferencia de los otros deportes de equilibro que practico (esquí, patinaje…), lo que se mueve aquí es el suelo… el mar. Pero igual que en la nieve los días de niebla tienes que desarrollar una buena propiocepción, en el mar lo acabas cogiendo.
Este día empezaron dos compañeros más, Mario y Yolanda… y para ser su primer día se les dio muy bien. Yolanda se puso de pie muy pronto… nada que ver con lo del día anterior… y Mario también, aunque con un poco más de dificultad.
Yo enseguida logré ponerme de pie… y aunque al principio notaba mucho temblor de piernas, de gemelo, de los tobillos como locos buscando el equilibrio, al poco pude ir relajando y acabé la clase muy bien… Incluso probé un rato la tabla rígida del profesor… y me gustó.
El día siguiente, si las condiciones lo permitían, iría con rígida.
El tercer día amaneció con un mar totalmente en calma… como un espejo, sin viento de ningún sitio… una pasada y una sensación espectacular, casi mística.
Antes de entrar, mientras esperábamos a estar todos, Ramón me explicó como detectar por donde se levanta el viento… porque en esto del paddle surf no importa tanto la corriente del mar como el viento. Hay que empezar remando contra el viento, para que asegurar que luego el viento te trae de vuelta.
En todo caso, si el viento viene del mar y luego no puedes volver, siempre vas a acabar en la orilla y te toca caminar… lo que no se puede hacer es salir si el viento viene de tierra, porque entonces el viento te lleva hacia el mar y te puede costar volver.
Este día fue increíble, al menos hasta que se levantó el viento. La tabla iba surcando un mar totalmente quieto, como un espejo… como ir esquiando sobre nieve virgen… en una calma máxima… remando tranquilos hacia el sol… ¡una pasada!
Yo ya terminaba mi curso, pero como mis compañeros habían empezado un día más tarde y les quedaba un día, ¡amplié mi curso e hice un cuarto día!
El cuarto día con la tabla rígida muchísimo mejor todavía… el sábado no salió grupo más avanzado y me alquilé la tabla dos horas…
Como el viento estaba en calma me fui hasta Xeraco y volví… luego me quedé dando vueltas cerca de la bocana poniendo en práctica todo lo que me había enseñado Ramón… ¡y muy bien!
Es un deporte que está muy bien… no es de máxima acción, ni de estar a tope de adrenalina… es dar un paseo tranquilo… trabajar la remada, el equilibrio… es muy completo: piernas por equilibrio, core por estabilidad y tren superior por el remo…
Si, como espero, paso periodos del verano en Gandía, volveré a apuntarme para seguir aprendiendo y para disfrutar más con este deporte. ¡Muy buen plan para mí!