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Day: November 25, 2014

Siguiendo los pasos de Amaia Salazar en la Trilogía del Baztán XVI

Siguiendo los pasos de Amaia Salazar en la Trilogía del Baztán XVI

Como hoy se ha publicado Ofrenda a la tormenta, libro que pone fin a la trilogía del Baztán, voy a poner fin, yo también a esta serie de artículos sobre los libros y mi visita a Elizondo.

Aunque ahora toca el turno de Pamplona y algunos lugares que aparecen en las novelas. En concreto, en Legado en los huesos.

Café Iruña, Pamplona

Amaia localizó al teniente Padua en cuanto entró en el bar Iruña de la plaza del Castillo, muy cerca de su propia casa. Era el único hombre sentado solo y, aunque estaba de espaldas, distinguió perfectamente las manchas de agua en su gabardina.

Café Iruña, Pamplona

-¿Llueve en Baztán, teniente?- dijo a modo de saludo.
-Como siempre, inspectora, como siempre.

Se sentó frente a él y pidió un café descafeinado y un botellín de agua. Esperó a que el camarero pusiera las bebidas sobre la mesa.

-Usted dirá qué es eso de lo que quería hablarme.

Café Iruña, Pamplona

Otros lugares que aparecen en Legado en los huesos, y que llaman mucho la atención, son los restaurantes que elige el Juez para sus reuniones.

Restaurante Rodero, Pamplona

El restaurante Rodero estaba bastante cerca de su casa. Cuando cenaba allí con James, solían ir andando para no tener que preocuparse del coche si tomaban vino, pero en esta ocasión condujo el coche hasta las cercanías para poder salir hacia Elizondo en cuanto acabase de hablar con el juez. Aparcó en batería frente al parque de la Taconera y cruzó la calle para meterse bajo los porches donde estaba el restaurante. Las grandes cristaleras iluminadas y la decoración sobria del exterior eran promesa de la excelente cocina que le había valido al Rodero una estrella de la guía Michelín. El suelo de madera oscura, como las sillas de cerezo de cómodo respaldo, contrastaban con los paneles de color beige que iban hasta el techo, y una impoluta mantelería blanca, como la vajilla, ponía junto a los espejos la nota de luz, acentuada por los adornos florales que flotaban en cuencos de cristal dispuestos sobre las mesas.

Lástima que sobre el interior no puedo opinar… así como tampoco sobre su comida.

Restaurante Rodero, Pamplona

Otro de los lugares que es del gusto del juez, es el restaurante del Hotel Europa.

Al bar del Europa se accedía por la fachada adyacente al restaurante, junto a la puerta del hotel del mismo nombre, y a pesar de que durante la tarde habían caído unos copos que ya habían desaparecido, algunos clientes del bar charlaban junto a la entrada, apoyando sus copas de vino en un par de altas mesas que custodiaban la entrada del local.

Vio a Markina en cuanto traspasó la puerta. Se sentaba solo al final de la barra y habría sido difícil no fijarse en él. El traje gris con camisa blanca y sin corbata le daba el tono serio que desmentía el corte de pelo, que le caía sobre la frente en mechones castaños. Se sentaba en la banqueta tan relajado y elegante como salido de una revista de moda.

Bar del hotel Europa, Pamplona

Más adelante, también en Legado en los huesos, aparece la siguiente descripción.

El restaurante del hotel Europa era uno de los mejores de Pamplona, y conociendo los gustos de Markina no le sorprendió que lo eligiera. Su cocina era más purista, más tradicional, uno de esos restaurantes que había sabido modernizar sus platos con la presentación que tanto se valoraba actualmente sin dejar de poner una buena tajada de carne o de pescado en el plato.

Notó como todas las miradas se volvían hacia ella cuando entró en el comedor. Un policía de uniforme en un restaurante elegante desentonaba como una cucaracha en un pastel de boda.

Hotel Europa, Pamplona

Sobre este restaurante tampoco puedo opinar… ¡Quizá algún otro año! 😉

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Siguiendo los pasos de Amaia Salazar en la Trilogía del Baztán XV

Siguiendo los pasos de Amaia Salazar en la Trilogía del Baztán XV

Voy con otro breve fragmento de El guardián invisible que pude visitar en mi visita a Elizondo. Incluso hice noche allí.

Taberna Antxitonea

-Hoy a mediodía le he visto comiendo en la taberna Antxitonea… con su hermana.
-¿La hermana de Montes?- se extrañó.
-No, la hermana de usted.
-¿Mi hermana?, ¿mi hermana Rosaura?
-No, con la otra, con su hermana Flora.
-¿Con Flora? ¿Le vieron ellos?
-No, ya sabe que tiene una barra semicircular que comienza en la entrada y va hasta atrás, donde se entra al frontón; yo estaba con Iriarte junto a las cristaleras, pero les vi entrar y me acerqué a saludarles; entonces se metieron en el comedor y no me pareció oportuno seguirles.

Frontón en la taberna Antxitonea, Elizondo

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Siguiendo los pasos de Amaia Salazar en la Trilogía del Baztán XIV

Siguiendo los pasos de Amaia Salazar en la Trilogía del Baztán XIV

Hoy, aprovechando que se publica la última novela que cierra la trilogía del Baztán, titulada Ofrenda a la tormenta, vamos con otro fragmento más sacado de los libros… y que pude ver durante mi visita a Elizondo.

En Legado en los huesos describe así:

La comisaría de Elizondo no podía resultar más incongruente con la arquitectura del valle. Con sus modernas líneas rectas, más que desentonar, parecía un extraño artilugio olvidado por alguien de otro mundo. Aun así, debía reconocer la eficacia del edificio de grandes cristaleras que como una lupa pretendían atrapar el escaso sol del invierno baztanés.

Comisaría Elizondo

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Siguiendo los pasos de Amaia Salazar en la Trilogía del Baztán XIII

Siguiendo los pasos de Amaia Salazar en la Trilogía del Baztán XIII

Hoy sale a la venta la última entrega de la Trilogía del Baztán, de Dolores Redondo, así que voy a volver a los artículos sobre la visita que hice a Elizondo hace unos meses.

En El guardián invisible aparece lo siguiente:

Hotel Baztán

El hotel Baztán se encontraba a unos cinco kilómetros por la carretera de Elizondo y tenía el aspecto de los hoteles de montaña pensados para ir con grupos escolares, senderistas, familias y amigos. La fachada formaba un semicírculo plagado de terrazas que se asomaban sobre una plazoleta que hacía las veces de parking y en las que resultaban incongruentes las mesas y sillas de plástico amarillo, sin duda pensadas para las tardes veraniegas, pero que la Dirección del hotel se empeñaba en mantener todo el año, dando a la fachada un colorista tono tropical más propio de un hotel playero mexicano que de un establecimiento de montaña.

Hotel Baztán

En otro momento de la novela… ¡NO SIGAS LEYENDO SI NO HAS ACABADO EL GUARDIÁN INVISIBLE!

Para cuando salieron del aparcamiento no había ni rastro del coche de Montes. Pero no le hizo falta. Sabía de sobra adónde se dirigía. Se demoró conduciendo tranquilamente para darle tiempo a llegar y cuando el inspector Iriarte comenzaba a impacientarse salió de Elizondo en dirección a Pamplona. Cinco kilómetros más adelante detuvo el coche en el aparcamiento del hotel Baztán. Iriarte iba a preguntar cuando reconoció el coche de Montes aparcado cerca de la entrada del restaurante. Amaia aparcó enfrente y permaneció en silencio hasta que vio llegar el Mercedes de Flora, que miró repetidamente a su alrededor antes de entrar al local.

-Por eso necesitaba este coche, ahora lo entiendo- dijo Iriarte.

Sin decir una palabra, Amaia le hizo un gesto y ambos bajaron del vehículo. Había oscurecido por completo, y aunque por lo temprana de la hora no había tantos coches en el aparcamiento como el día anterior, pudieron acercarse lo suficiente como para ver bastante bien el comedor a través de la cristalera...

Hotel Baztán

¿Te acuerdas como sigue, verdad? Si no, ya sabes, ¡a leerlo!

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