Browsed by
Day: November 2, 2014

Siguiendo los pasos de Amaia Salazar en la Trilogía del Baztán VIII

Siguiendo los pasos de Amaia Salazar en la Trilogía del Baztán VIII

Os presento una nueva entrega de mi visita a Elizondo para ver los sitios que aparecen en la trilogía del Baztán escrita por Dolores Redondo

En Legado en los huesos aparece el siguiente fragmento:

-Algunos están deshabitados, y sí que es una pena, tienen gran valor histórico; esta casa, por ejemplo -dijo Jonan, señalando un vetusto edificio-. Se llama Hospitalenea; durante siglos fue hospital de peregrinos, especialmente los del camino de Santiago, que llegaban aquí hechos polvo: pasar los Pirineos era una dura prueba que muchos no superaban.

Hospitalenea, Elizondo

Montes alzó la mirada para verlo mejor. Las contraventanas cerradas habían adquirido el color cercano al gris que toma la madera muy vieja; el balcón corrido de la última planta parecía colgar de la fachada sostenido por tres postes, y sobre el del primer piso había una inscripción que resultaba ilegible por la lluvia.

-¿Qué pone?
-El año en que fue comprado y restaurado, 1811, creo.

Balcón Hopitalenea, Elizondo

NO SIGAS LEYENDO SI NO HAS TERMINADO TODAVÍA LEGADO EN LOS HUESOS – CONTIENE SPOILERS.

Siguieron caminando y Montes se detuvo de pronto, cediéndole el paraguas a Jonan.

-Espérame aquí- dijo, volviendo sobre sus pasos.

El subinspector quedó parado en mitad de la calle, sosteniendo el paraguas mientras veía a Montes apresurarse hasta desaparecer de su vista hacia la curva del río tras el palacio Arizkunenea.

Montes regresó al lugar donde se había asomado a ver el río. La lluvia cayendo sobre su superficie le había hecho perder su cualidad de espejo y las luces se reflejaban en el agua como manchas móviles. Puso ambas manos sobre la barandilla y mentalmente contó las fachadas que daban al río. Volvió a contar y observó. La lluvia caía torrencialmente, su ropa y su pelo estaban totalmente empapados y el agua le chorreaba por los ojos dificultándole la visión. Se puso una mano como visera, volvió a contar y esperó hasta que lo vio.

Curva del río, Elizondo

El resplandor oscilaba como suele hacerlo cuando la luz proviene de una vela, una sombra informe se proyectó contra la ventana sin portillos que daba al río y la luz se apagó. Sintió entonces cómo el agua anegaba sus zapatos y al mirar comprobó que el río había superado el muro y el agua avanzaba como una pequeña ola hacia la calle. Echó a correr hasta doblar la esquina del palacio Arizjunenea y avanzó a toda prisa hacia Jonan, mientras contaba de nuevo las fachadas y sacaba su pistola.

Read More Read More