El sábado, por fin, fue el día que todos pudimos quedar… Llevábamos desde el inicio del verano buscando fecha, pero finalmente ha sido en octubre… ¡Y tan bien!
Allá que fuimos, Óscar, Laura, Héctor y yo… Allí, los anfitriones Pedro y Fátima.
La idea era degustar la famosa paella de Pedro… Esa paella de la que tanto habíamos oído hablar.

Óscar, el que se resiste a las fotos, pero que luego se deja gustosamente… y Laura, que se resiste y se resiste… 😉
La casa de Pedro y Fátima es un chalet muy agradable en Eurovillas… y lo tienen montado genial…
Aunque el día había estado lluvioso, quisimos comer en el porche y allí montó Pedro su chiringuito para la paella…
Lo tenía todo bien preparado desde la mañana… Las gambas, las chirlas, el pollo… Y luego fue cocinando delante de nosotros… Óscar no perdía detalle, como memorizando para ser él el próximo anfitrión… Y Laura demostró que ella de paellas sabe mucho…

El delantal personalizado de Pedro (¡¡Faatiii!!… venga que esto ya está) ya daba una idea clara de que el tío, además de hacer unas mezclas de audio buenísimas, es un profesional en el arte del arroz mediterráneo…

¡Y aquí está la prueba!

Aquí estamos todos… guardando las formas antes de meterle el diente a los platazos…

Sí, sí… He dicho “platazos”… (y yo repetí… 🙁 )

Tras la comida, una de las cosas que peor se me dan… ¡Jugar al futbolín! Casi peor que jugar al billar, por ejemplo…

¿Habéis visto a Héctor como juega con los brazos cambiados? Que crack…
Lo bueno es que íbamos en parejas y a mí me pusieron con Pedro… que como el futbolín es suyo, demostró que él sí sabe jugar. Aunque oye, yo metí algún gol y molesté bastante a los rivales…

El segundo partido que jugamos, Héctor y Óscar perdieron 8-0… ¡No consiguieron meter ni un mísero gol! Parece ser que hay una regla no escrita que dice que si te dejan a cero, tienes que pasar por debajo de la mesa para que la humillación sea total… Pero Óscar y Héctor se resistían… Con sus risas nerviosas…

Pero al final, Óscar pasó… elegantemente…

Y Héctor intentó ser muy rápido, pero también fue cazado…

Aunque ellos dicen que el último partido lo ganaron, yo creo que quedamos empate a cuatro… Pero bueno… Tocaba un rato de relax…

Óscar nos deleitó con una sesión fotográfica de sí mismo… ¡El que huía de la cámara!


Y como ya refrescaba seguimos en el interior… ¡Donde se montó una timba en condiciones!

Al principio empezábamos flojos… Pero luego las apuestas se fueron calentando…

Es lo bueno de jugar con dólares ficticios… Que queda genial decir “veo tus mil… ¡y mil más!”.

Hubo manos que me río yo de la tensión de Casino Royale, la última de Bond de momento…

Aunque la mayoría eran manos muy malas…

Nos fuimos de allí ya entrada la noche… Lo habíamos pasado genial y eso que no hacía tiempo de piscina que si no… 😉