Séptimo día del viaje a Noruega: Oslo
Nos despertamos en Oslo el séptimo día y tocaba visita guiada a la ciudad.
Primer destino: el Parque Vigeland, porque no llovía.
El Parque Vigeland, fue diseñado por Gustav Vigeland y, perfectamente integradas en el entorno, se encuentran más de 200 de sus esculturas, en bronce y granito.
Uno de los temas principales de su obra es el ser humano. Así, en un puente, hay esculturas de hombres en un lado… y de mujeres en el otro…
Muestran personas de distintas edades… e intenta mostrar la relación entre padres e hijos en varios momentos de la vida.
Allí está la famosa escultura de un niño enrrabietado, el Sinnataggen.
Parece que en una visita al Reino Unido, Gustav Vigeland se fijó en un niño que lloraba desconsolado… y esa fue la idea que plasmó en esta escultura que ahora es símbolo del parque… e incluso de la ciudad de Oslo.
También hay una niña, al lado, pero no causa tanto furor como el niño llorón… que todo el mundo se hace una foto con él tocándole la mano, de ahí el color que tiene.
Los noruegos, como no disfrutan de un tiempo muy bueno, en cuanto sale un poco el sol se vuelven locos… ¡y a disfrutar!
La fuente es otra de las zonas del parque. En ella, se pueden ver, en las esquinas, distintas etapas de la vida de las personas. Desde la infancia, la juventud, la madurez y la vejez… formando el círculo de la vida: desde el nacimiento hasta la muerte.
Entre esquina y esquina, hay unos bajorrelieves en bronce que ilustran momentos clave de nuestra existencia.
El monolito está en la parte más alta del parque y mide 17,3 metros. Está formado por 121 esculturas de personas.
Parece ser que el objetivo de este conjunto de esculturas, también centrado en las distintas edades del ser humano, es hablar de la resurrección y del trabajo en grupo y solidario para conseguir fines.
Las esculturas son muy realistas… y captan muchísimos detalles.
Aunque no todas las esculturas fueron esculpidas por Vigeland, sí tenía un grupo de ayudantes que trabajaban en su taller y todos los modelos los hizo él. También era muy severo en cuanto a que la estatua tenía que ser exactamente igual que el modelo… o si no, a volver a hacerlo.
El Parque Vigeland, aunque parezca una obviedad, conviene visitarlo sin lluvia… Lo digo, porque nosotros tuvimos mucha suerte… justo cuando nos íbamos, empezó a diluviar… Ya saben, el tiempo noruego.
Más allá del monolito, está la Rueda de la Vida… Un símbolo de la eternidad, compuesto por una escultura de mujeres, hombres y niños entrelazados, formando una rueda.
Un poco alejado del centro de Oslo, arriba de una colina, está el Holmenkollen… Un trampolín de saltos de esquí inaugurado en 2010, un año antes de los Campeonatos del Mundo que tendrían lugar en Oslo.
Desde antes de 1900 existía un trampolín en esa colina, pero éste nuevo es realmente impresionante… Casi puedes imaginar los saltos…
Quizá el edificio más representativo de Oslo, actualmente, sea el de la Ópera.
Inaugurado en 2008, pretende parecer un iceberg emergiendo del fiordo de Oslo…
Su construcción no estuvo exenta de polémica, ya que su coste fue realmente elevado… Totalmente recubierto de marmol de Carrara, muchos pensaron que no era necesario semejante gasto…
Bien es cierto, que actualmente es muy complicado conseguir entradas, ya que está todo vendido hasta casi un año vista… O eso dicen.
Una visita, bien vale la pena…
Otro lugar de interés en Oslo es el Ayuntamiento.
Entrada gratuita, lógicamente, en el salón principal es donde se entrega el Premio Nobel de la Paz. Cada año, el ganador acude a ese salón a recibir el único Premio Nobel que no se entrega en Suecia.
El salón está decorado con unos murales enormes, que hablan de la historia de Noruega. Además, se pueden visitar varias salas, adornadas con momentos cotidianos de la ciudad o el país…
Yo me fijé en estos esquiadores, ya que Noruega es considerado el inventor de este deporte, en la región de Telemark.
Por la tarde tocaba visitas a varios museos. Opcional en el circuito, pero muy recomendable.
El primero, el Museo Folklórico Noruego, donde se pueden ver casas tradicionales de distintas regiones del país… auténticas.
Lo más llamativo es la iglesia de madera del pueblo de Gol. Perfectamente conservada.
Otro museo que hay que visitar, es el museo Vikingo.
Para conocer un poco más sobre esta civilización… su cultura, su forma de vida… e intentar conocer qué es más mito que realidad…
Los barcos que se encuentran en este museo son auténticos, con muy pocas restauraciones. Se han conservado tan bien porque muchos se enterraban en los barros ricos en arcilla de los fiordos.
Por último, el Museo del Fram. Un museo dedicado a este barco y a las expediciones noruegas a los polos. Los protagonistas son sus tres mayores exploradores: Fridtjof Nansen, Otto Sverdrup y, en especial, Roald Amundsen.
El Fram es el barco que se encuentra en el museo y es el auténtico que intentó llegar al polo norte… y que finalmente acabó llegando al polo sur, haciendo que Amundsen fuera el primer hombre en llegar a ese punto de la Tierra, por delante del inglés Scott.
Al barco se puede entrar, recorrer su interior, ver los camarotes… Está muy bien el museo.
Con esto terminaba nuestro día… Al día siguiente era tiempo libre. La mayoría de nuestros compañeros de circuito aprovecharon para ir de compras, ver con más detalle partes de la ciudad… y hacer tiempo hasta el traslado al aeropuerto.
Nosotros nos quedábamos en la ciudad, porque al día siguiente, el octavo día, tocaba Bruce Springsteen en el Valle Hovin stadium… y a un acontecimiento como ese, no se podía faltar.
Pero eso ya es otra historia… ¿o no?
Ver el siguiente día… El concierto de Bruce Springsteen en Oslo
Ver el sexto día: De Alesund a Oslo
Ver el quinto día: Fiordo de Geiranger y Alesund
Ver el cuarto día: Excursión al glaciar Briksdal y vuelo en helicóptero
Ver el tercer día: Tren de Flam y Sognefjord